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Las elecciones en salta, Mendoza y Tierra del Fuego ratificaron la vitalidad del Kirchnerismo, y dejaron al descubierto las pocas alternativas de que dispone la oposición a la hora de proponer nuevos planes de gobierno. La Cámpora, al mismo tiempo, se ha posicionado como fuerza política, obteniendo las primeras intendencias y demostrando que posee un proyecto propio, con cuadros capaces de organizar la militancia y gestionar la función pública. En las últimas semanas, la discusión se ha polarizado entre los propios candidatos del frente para la victoria y los opositores se muestran poco esperanzados, promoviendo el sostén de su candidatura más como manifestación de resistencia que con expectativas de gobernar. Tal es el caso de Massa que, aun cuando los sondeos lo muestran en un lejano tercer puesto, ha sostenido su candidatura a presidente de la nación.
Tanto las encuestas como lo resultados de las elecciones en las provincias, demuestran que el Kirchnerismo alcanzó un cenit al que no le caben deconstrucciones. El problema de la oposición es que el plan que desean llevar adelante demandaría ir a sotavento de las reivindicaciones que la sociedad argentina ha obtenido en los últimos años Y se ven obligados a manifestar que las mantendrán o simplemente a negar cuáles son sus verdaderos planes de gobierno. Ante la falta de herramientas, la oposición no encuentra más solución que embanderar demandas, desde una posición pesimista, sobre problemáticas de difícil resolución, haciendo foco en aquellos problemas que movilizan al colectivo electoral como la inseguridad y la inflación. Hablar de lucha contra la delincuencia, contra la corrupción o de acabar con la inflación, termina siendo un discurso rancio, que se torna ilusorio cuando quedan al descubierto las maniobras en que se ven envueltos los candidatos opositores y los intereses de aquellos con quienes se vinculan.
El Kirchnerismo se ha tornado un modelo indiscutible, Que será, de ahora en más, la base desde donde parta toda discusión política. El avance en ese sentido, lo han dado quienes proviniendo de otras fuerzas partidarias se han acoplado al proyecto, promoviendo equipos de gestión para determinadas áreas o localidades; Aun cuando mantienen disidencias de carácter puntual con el Kirchnerismo más acérrimo, han sabido leer lo irreversible del modelo e interpretar que ciertas cuestiones han quedado debajo del piso de discusión para el ejercicio de gobierno. El modelo nacional y popular ha dado el salto, ha pasado de ser un modelo a ser un paradigma de la política argentina. Será a partir de los procesos dentro del propio Kirchnerismo que se construirá la nueva oposición argentina, quedando fuera de discusión el plan de la derecha más reaccionaria y construyendo aquella unidad de gobierno que durante tantos años esperamos. El Kirchnerismo no solo gestionó en favor de amplios sectores de la sociedad argentina, sino que propuso un ámbito de discusión política distinto. Un ámbito acorde al respeto por la institucionalidad de los mecanismos y órganos de gobierno, y que ha demostrado apertura al debate sobre las acciones del estado. De cara a los próximos años, discutiremos que equipos o dirigentes son más o menos eficientes a la hora de llevar adelante la gestión pública, pero sin dudas con un rumbo común, el que fue definido por Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003.
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